Fui, —somos.

Un delicado villancico a piano me despierta. 

Jubilarme ha hecho que aprenda a disfrutar, y mi adorable nieto me ayuda a conseguirlo, ¿se habrá despertado?

La calefacción esta apagada. Un hijo duerme hoy también en casa, tengo frío.

Cuando di a luz fue como compartirlo todo. Era hermoso al principio y complicado después. Toda una vida entera que sentí perder cuando en su boda dijo si quiero. Ahora sin embargo me devuelve esa parte de mi, con su otro yo, él.

Antes de joven, todo era mas fácil. La fuerza y la ilusión alejaban con firmeza cualquier problema. Después la adolescencia si que fue dura, muy intensa, pero echo de menos ese calor—. ¿Y cuando la campana del colegio sonaba? Entonces comenzaba tu aventura. Exprimías cada segundo del día, sin quererlo, sin saberlo. Y agotado de dar, de ser..., de hacer; te echabas a dormir.

Pero las vacaciones..., oh las vacaciones, liberación pura y sencilla. Volabas con la inocencia del espíritu. Este día me despertaba con el brazo helado, que fuera de la manta aguantaba. Los nervios por la expectación acumulada, me hacían meter la cabeza entre las sabanas y todo desaparece. Escucho si alguien se ha levantado. Hay alguien. Agitando las piernas me sofoco. Me levanto y el golpe de frío afina mis sentidos. Mis zapatillas no están. Despacio abro la puerta y nos veo a todos, sonrientes, ¡hemos venido!

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